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Atrévete a compartir tu vida con los contemplativos

Atrévete. No dejes pasar de largo la oportunidad que los monjes y monjas contemplativos te brindan: crecer con ellos. Llama al convento o monasterio que más te guste, date a conocer y pide un encuentro. No te vas a arrepentir.

Por María del Carmen López Fernández
Voluntaria de Fundación DeClausura


Hoy te escribo a ti, que admiras la vida contemplativa, la respetas y la amas… pero un poco desde lejos, porque nunca has pensado en que puedes tener amistad con los monjes o las monjas de clausura. Quizás no lo sepas, pero estás perdiendo una gran oportunidad en la vida. La oportunidad de compartir amor, mucho amor. Ese Amor que pone Dios en el alma de los que les corresponden con la entrega de toda su vida.

No pierdas el tiempo. Atrévete a llamar al torno como primer contacto y verás lo fácil que resulta. Lo primero que vas a experimentar es una acogida calurosa, maternal, y un gran cariño. Un cariño que nace de forma natural como una expansión de su oración. Ahí están esperándote, desde siempre.

Los contemplativos reclaman su presencia en nuestras vidas y la suya en la nuestra, que seamos conscientes de lo que les importamos. Están en el monasterio para Dios, para la Iglesia, y para cada uno de nosotros. Es una vocación que no se acaba nunca, se nutre de la Gracia y el Amor que Dios derrama sobre aquellos que lo dejaron todo por El. Pero no son una parte escondida de la Iglesia, al contrario, son faro encendido, luz que guía.

Atrévete. No dejes pasar de largo la oportunidad que te brindan de crecer con ellos. Desean que sepas cómo te quieren y cómo oran por ti. Llama al convento o monasterio que más te guste, que tengas más cerca, al que quieras, y simplemente, date a conocer y pide un encuentro. No te vas a arrepentir.

El locutorio

El locutorio es una escuela de vida en la que se produce un intercambio de amores. Es como el brazo acogedor de una madre en el que puedes derramar tus lágrimas sin ser juzgado, sino solamente amado. Les interesa compartir tus inquietudes para ayudarte con el poder de su oración, pero también pueden enseñarte a ponerte frente a Jesús y su Madre, comenzar un diálogo de amistad que te lleve a la oración y a la oración contemplativa. Atrévete a seguir sus consejos, y a que te guíen espiritualmente.

Cuando la vida nos muestra su lado más difícil, piensa en todo lo que estás recibiendo de nuestros hermanos contemplativos que te sostienen en el anonimato de su vida. Apóyate en ellos. Sé consciente de que hay muchas almas entregadas a Dios rezando por ti. Te sentirás más fuerte y muy arropado.

Si consideramos, como dicen los distintos papas, que la vida contemplativa es el corazón de la Iglesia, dejémonos conducir por esos maestros de oración a los que podemos llamar por su nombre, puesto que son hermanos, amigos…

Atrévete también a compartir tus alegrías y las suyas.  Cuando les haces partícipes de tu felicidad, son felices contigo, Nada les resulta indiferente de nadie. Y nada debe resultarte indiferente a ti. También ellos tienen sus alegrías y sus penas que pueden compartir contigo si te atreves.

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