EnglishFrançaisDeutschItalianoPolskiPortuguêsEspañol

Claves para orar, un regalo de Sor Marta

Tiempo, ganas y un espacio es lo que solemos buscar para rezar. San Benito propone hablar con el Señor con humildad, respeto y devoción.

 

1. A golpe de campana

Aconsejar que la oración se haga siempre a la misma hora para generar hábito para que veas en el reloj que tienes que pararte porque si lo vas dejando, al final no lo haces o lo haces pero con la intención de quitártelo del medio, de lavar la conciencia. Muchas veces decimos “no tengo tiempo para rezar” eso es que no te has fijado el momento, un momento a lo largo del día que tu veas más o menos claro que te puedes parar 10, 15, 20 min, media hora…eso ya depende de cada uno. Porque ese espacio del día en el que te das cuenta de que tienes un rato para orar y además ganas de hacerlo ocurre en contadísimas ocasiones. Si no buscas el tiempo, el tiempo no te va a buscar a ti.

Tiempo, ganas y un espacio es lo que solemos buscar para rezar.

En cuanto a las ganas, eso se educa, no siempre vamos a tener ganas, no siempre vamos a estar inspirados pero es fundamental que esos días también acudamos a nuestra cita con el Señor porque buena parte del éxito de la oración está en la constancia. A rezar también se aprende y no me refiero a recitar el credo sin dudar, sino a concentrarse, saber encontrar ese punto de conexión con el Señor, saber estar ahí sin ir “a hacer no se que porque me acabo de acordar” llenando esos minutos que estemos en oración bien escuchando, hablando, con un texto para orar, o sin el, con algún canto, con un silencio habitado…Como sea pero orar. Hay tantos tipos de oración como personas porque es tu relación personal con el de arriba, que también está muy dentro.

El tiempo para orar: SB propone, como os he dicho, llevar una vida a golpe de campana. Fuera del monasterio tener una campana en medio del pasillo es un poco extraño y si hay niños en casa, un peligro, pero tenemos móviles, con alarma. Una idea, una opción es poner una alarma para rezar igual que lo hacemos para despertar físicamente también se puede hacer para despertar espiritualmente

En cuanto al espacio SB dice en el capítulo 52 que el oratorio sea lo que dice su nombre y allí no se guarde ni haga otra cosa. Lo que nos lleva al siguiente punto; el del oratorio.

2. El oratorio sea lo que dice su nombre

Los seglares no soléis tener capilla en casa pero eso no impide que elijáis y cuidéis un lugar destinado a vuestra oración personal donde estéis solos, en silencio, sin posibles distracciones, cómodos pero no tanto como para dormirse. Teniendo delante una imagen que nos ayude a orar, una cruz, un rosario, una vela…y ahí en medio del silencio exterior hacemos también silencio en el verdadero santuario que es nuestro propio ser.

Tenemos que procurar que el mismo Dios al que rezamos en ese sitio que hemos elegido se haga presente también en nosotros; que en la oración lo absorbamos y ya no dejemos que se vaya en 24 horas, al final de las cuales está fijada nuestra próxima cita.

Tenemos que conseguir la certeza de que él habita en nosotros y está siempre apoyándonos, cuidándonos, protegiéndonos, amándonos….

A parte de tener un rato de intimidad cada día podemos ayudarnos de, a lo largo de la jornada, dedicarle unos segundos saludándolo, incluso desde fuera cuando pasamos por una iglesia, diciéndole algo si vemos una imagen suya, teniendo algún objeto religioso en el bolsillo que podamos tocar y nos recuerde su presencia…

Procurar por la mañana, aun cuando no sea el momento elegido para la oración fuerte, abrir una conversación con él ofreciéndole el día y que esta ya no se pare.

En alguna ocasión en la que me costaba más orar me propuse hablar con el Señor a cada hora en punto. Me di cuenta de que por cómo tengo organizada la rutina tenía localizado qué estaba haciendo a cada hora en punto de modo que el mismo paso de las actividades me alertaban del momento de orar. No hacía falta interrumpir la actividad, podía iniciar una conversación con él, contarle qué había hecho qué pensaba hacer ahora, cómo me sentía, que me acompañase… mientras cerraba el piano y subía las escaleras para ir a estudiar. Impregnado, de esta manera, la vida, de oración de una manera sencilla.

3. Con sencillez

Mirad si San Benito quería sencillez en la oración que llega a escribir que si un hermano quiere orar simplemente entre en el oratorio y ore. Simplemente vas al lugar y rezas o hablas con Dios o intercedes ante él desde el santuario interior que llevamos siempre con nosotros. Sin miedo, sin complicaciones, sin reparo, con confianza como un niño que habla con su padre, como hablamos con un amigo, como hablar con ese dulce huésped del alma, que dice la secuencia de pentecostés.

Concretamente San Benito propone hablar con el Señor con humildad, respeto y devoción. La humildad que brota de la confianza, la devoción que brota del espíritu de oración y el respeto que podemos conseguir guardando las formas externas.

Seguro que todos tenemos conciencia de respetar al Señor, en el sentido de no ser irreverentes con las cosas o palabras sagradas, aun que no somos perfectos pues el pecado es, a fin de cuentas, una falta de respeto a Dios pero si cuidamos pronunciar bien cuando rezamos, que no parezca que estamos recitando un trabalenguas, si procuramos santiguarnos bien, no haciendo un gesto raro con la mano, hacer una inclinación profunda o una genuflexión cuando pasamos por delante del sagrario…Estaremos rezando con el cuerpo, haciendo que nuestros gestos y voz nos inviten a una oración profunda.

SB es maestro de oración, padre de monjes, modelo de vida monástica, un hombre que llama tibios a sus monjes por rezar el salterio de 150 salmos en una semana, mientras que a los que llama “nuestros santos padres” lo rezaban todo en un solo día. Pero en cambio en cuanto a la oración personal nos recuerda lo que ya dice el Evangelio que no por hablar mucho se nos hará más caso o estaremos rezando mejor.

Es preferible menos palabras pero mas calidad, una oración breve y pura como dice él no una divagación larga y llena de distracciones que puede incluso dejarnos a medias interiormente sino una llamarada que en poco tiempo nos abrase.

Realmente lo que sintamos en la oración no lo podemos elegir pero si podemos tener claro que no por estar mas tiempo se reza mejor.

A la recomendación de una oración breve y pura añade una excepción “a no ser que se alargue por inspiración de la gracia divina” Es decir no cortar la oración si estamos inspirados o creemos sacar algún provecho.

Pero a todos nos ha pasado que propiciamos un encuentro con el Señor y en ese momento salen a flote todos nuestros infiernos y empezamos a pensar barbaridades y a darle vueltas a preocupaciones o situaciones que ya nos gustaría no estar viviendo pero no por eso debemos dejar de orar. El Señor no se escandaliza de sus hijos. Nos comprende y nos ama más que nosotros mismos.

Cuando estamos así en la oración más que sentir vergüenza o asustarnos debemos entregarle al Señor todo lo que sentimos, pedirle que nos sepamos amar, comprender, perdonar, mirar como el lo hace y pedirle que nos sane, ayude y nos de la paz.

Sobre la oración SB dice a sus monjes que la mente concuerde con la voz. Él se refiere a la recitación del salterio; que estemos atentos y que si estamos proclamando un salmo no tengamos en la cabeza otra cosa que esas palabras y no lo que hemos hecho antes de ir a la oración o lo que vamos a hacer después, sino que nuestra parada para rezar sea realmente una parada. Que si pensamos en algo sea para ofrecer cada palabra de ese salmo por una u otra intención o situación, que sea para sentir con la Iglesia alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran como hace una madre con sus hijos.

No obstante esto que dice SB no es otra cosa que coherencia, que lo que se ve por fuera sea reflejo de lo que hay dentro y que dentro esté habitando el dulce huésped del alma al que hemos llamado en la oración y mantenido con pequeñas miradas. De esta manera pura y orante irradiar la luz que nos hace gritar que Cristo vive y puede dar vida, lo que nos lleva a caer en la cuenta de que para ser acción hay que ser contemplación y que la contemplación ha de estar llena de nombres.

Marta González Cambronero, osb

13/06/2022

Te puede interesar

Sor Marta, una monja joven, contemplativa y activa

Deja un comentario