Fundación DeClausura organiza el XXV encuentro en torno al claustro con las Franciscanas TOR del Monasterio de la Concepción de Palma de Mallorca para celebrar los 800 años del belén de San Francisco de Asís.
El miércoles 13 de diciembre preparamos la Navidad en la clausura monástica del Real Monasterio de la Purísima Concepción de Palma de Mallorca.
Recibidos por su abadesa, Sor Paulina, en la antigua sala de labor de las hermanas Capuchinas, donde se encuentra uno de los belenes monumentales más bonitos de España, pudimos celebrar los 800 años del belén de San Francisco de Asís.
Estuvimos acompañado por Aina Pascual y Jaume LLabrés, historiadores del Arte y comisarios del Patrimonio de este monasterio. Desde hace casi 30 años trabajan para dar a conocer su valioso patrimonio a través de una exposición anual de belenes. Gracias a ellos, los palmesanos pueden contemplar cada Navidad la belleza conservada durante siglos en clausura.
Reproducimos imágenes de Donald G. Murray y música de Oscar Martín Leanizbarrutia: «El Mejor Jardinero», de la banda sonora de la película «Libres».
El belén nos educa a contemplar
Fue en la noche de la Navidad de 1223 cuando San Francisco de Asís quiso en la localidad italiana de Greccio «contemplar lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». Su necesidad de contemplación del misterio de Belén dio lugar al primer belén viviente de la historia.
Realizó, como dice el papa Francisco, «una gran obra de evangelización» cuya enseñanza ha penetrado en los corazones de los cristianos y permanece hasta nuestros días como un modo genuino de representar con sencillez la belleza de nuestra fe».
En la Nochebuena de 1223, «todos regresaron a sus casas colmados de alegría». Hoy nosotros tenemos la oportunidad de vivir lo mismo que quienes estuvieron aquella Nochebuena con San Francisco: “Mirando al niño Jesús percibieron la presencia de Dios en nuestras vidas”, dice el papa Francisco- pues como dice San Juan: «La Vida se hizo visible».
El belén nos educa a contemplar. Vivamos pues esta Navidad como niños, tomemos conciencia del gran don que se nos ha dado al transmitirnos la fe; y al mismo tiempo, sintamos el deber y la alegría de transmitir a las nuevas generaciones, a nuestros hijos y a los nietos esta misma experiencia. “Lo que cuenta es que el belén hable a nuestra vida.
En cualquier lugar y de cualquier manera, el belén habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición”. “Dejemos que del asombro nazca una oración humilde: nuestro “gracias” a Dios, que ha querido compartir todo con nosotros para no dejarnos nunca solos”. Gracias a todos y feliz Navidad.