Santa Hildegarda

El 17 de septiembre celebramos Santa Hildegarda de Bingen, una gran mujer santa que fue «luz de su pueblo y de su tiempo», según comentó el Papa San Juan Pablo II en 1979.

Benedicto XVI considera que «su autoridad supera decididamente los confines de una época y de una sociedad y, a pesar de la distancia cronológica y cultural, su pensamiento se manifiesta de perenne actualidad».

Y es que esta abadesa benedictina destaca aún hoy por su gran inteligencia y por ser un pozo de sabiduría antropológica conectada con lo divino.

Nació en 1089 en una familia noble y rica de Bermersheim, en Alemania. A la edad de ocho años fue aceptada como oblata en la abadía benedictina de Disibodenberg, donde en 1115 emitió la profesión religiosa.

Pronto sería nombrada abadesa y fundaría cerca otro monasterio dado el aumento de vocaciones debido en parte a su atractivo carisma y a la gran consideración de su persona.

Fue una de las mujeres más influyentes del medievo, no solo por atender espiritual y materialmente a sus hermanas, sino también por su fecundo apostolado al predicar en plazas públicas y catedrales, lo que no era muy frecuente en aquella época. Además, promovió la reforma de la Iglesia y destacó por sus escritos sobre la Teología, la Liturgia, las Ciencias Naturales y la Música.

A día de hoy Santa Hildegarda sigue siendo muy apreciada por aquellos que defienden la importancia del cuidado de la salud y de la naturaleza.

El 7 de octubre de 2012 fue proclamada Doctora de la Iglesia.