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Jesús, te amo

 

Benedicto XVI, el Papa que parecía tener la vida contemplativa inscrita en su ADN

Por Macamen López Alemany
Voluntaria de la Fundación DeClausura

El sábado 31 de diciembre por la mañana, la Virgen María bajó a recoger en sus brazos al papa Benedicto XVI. Era el tiempo litúrgico en que más disfrutaba y María no quiso que se perdiera la llegada de sus queridos Reyes Magos a Belén. Este año lo vería desde el Cielo.

Cuánto quería Joseph Ratzinger al Niño Divino, al Hijo del Hombre, al Hijo de Dios. Cuánto luchó por no dejar que se redujera a Cristo vivo y resucitado en el Jesús histórico que habían impuesto algunas líneas teológicas que se fortalecieron a partir de los años 90.

Desde el inicio de su pontificado, los contemplativos conectaron muy rápidamente con el papa Benedicto. En su corazón habitaba el Niño en el pesebre portando La Cruz y eso les hizo cómplices del mismo Misterio. Dios se da sin medida a los que aman sin ella.

Fascinado por la belleza de Dios

Se recreaba en la belleza de la música, la naturaleza… todo aquello que pudiera acercarle más a Dios, que es la verdad. Quería ser de Dios siendo cooperador de la verdad, buscando a Dios sin descanso para gozar de Él, y en Él y darlo a gozar. Ese es el bien verdadero.

“El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que queda progresivamente transformado”23 de octubre de 2005

Por ese motivo consideraba la vida contemplativa como “una especie de pulmón de la sociedad”, tal y como afirmó en 2009 cuando visitaba el monasterio de Oblatas de Santa Francisca romana.

“Su oración sostiene la Iglesia”

Comentaba que los monasterios femeninos y masculinos diseminados por todo el mundo,han supuesto una luz en la oscuridad y una valiosa aportación de fe orante que desde siempre acompaña y sostiene el camino de la Iglesia. Es el apostolado escondido de las personas de vida contemplativa que sostienen la obra de la evangelización.

Es ese sostenimiento al que hizo mención el papa Francisco durante los últimos días de vida del querido Benedicto XVI; su oración sostiene la Iglesia. O como diría Santa Teresa de Lisieux a propósito de la oración contemplativa en una carta a la hermana María del Sagrado Corazón: “es el amor profundo en el corazón de la Iglesia.”

Este es el servicio que, según Benedicto XVI, “hacen en particular los monasterios, lugares de silencio y de meditación de la Palabra divina, lugares donde hay preocupación por tener siempre la mirada abierta hacia el cielo”.

Visita de Benedicto XVI a la Cartuja de Serra San Bruno. Domingo 9 de octubre de 2011

La vocación a la vida contemplativa según Benedicto XVI

En su visita al monasterio de Santa Francisca Romana en Tor de’specchhi, el 9 de marzo de 2009, Benedicto XVI definió de esta forma la vocación a la vida contemplativa:

Es el don de una maternidad que se integra en unidad con la oblación religiosa, según el modelo de María santísima. Pensemos en el misterio de la Visitación: María, después de concebir en el corazón y en la carne al Verbo de Dios, en seguida se pone en camino para ayudar a su anciana pariente Isabel. El corazón de María es el claustro donde la Palabra sigue hablando en el silencio y, al mismo tiempo, es el horno de una caridad que impulsa a gestos valientes, así como a una generosidad perseverante y oculta.

Benedicto XVI tenía claro que “los monasterios son oasis en los que Dios habla a la humanidad; y en ellos se encuentra el claustro, lugar simbólico, porque es un espacio cerrado, pero abierto hacia el cielo”. (10 de agosto de 2011) Y por este motivo consideraba que debemos apoyarles espiritual y materialmente. Así podrán seguir cumpliendo la misión que da vida a la ardiente espera de la vuelta de Cristo.

Papa Benedecito XVI

Papa contemplativo

Por otra parte, la renuncia a su pontificado fue un acto reflexivo y meditado, había llegado el momento de que ese humilde trabajador de la viña del Señor”, perteneciera solo a Dios.

Los últimos años de vida los pasó retirado en oración por la Iglesia y por la humanidad en Mater Ecclesiae1, el monasterio fundado por San Juan Pablo IIPor fin llegaba a esa vida contemplativa tan añorada por él y que parecía estar inscrita en su ADN; la búsqueda incesante de Dios; el amor a la liturgia, a la música como canal de comunicación con el Señor, a la soledad y al silencio para poder vivir con recogimiento su entrega absoluta a Jesús.

La trilogía de Jesús de Nazaret escrita y vivida como Joseph Ratzinger es un gran ejemplo de su oración contemplativa,

Benedicto XVI fue un auténtico místico. Desde su situación peculiar de alma contemplativa y espectador doliente pero esperanzado del discurrir del tiempo fue un gran pilar para el papa Francisco y para la Iglesia.

La Nochebuena y Navidad ya habían pasado, y al Papa, siempre tan pausado y sereno, la espera se le hacía larga. La Virgen le avisó que ya llegaba y desde allí, postrado en su cama pudo susurrar con su último aliento: “Jesús, te amo”.

  1. El monasterio fue construido en 1994 para acoger de modo rotatorio distintos conventos de vida contemplativa. Estaba libre en el momento de su renuncia al pontificado.

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