EnglishFrançaisDeutschItalianoPolskiPortuguêsEspañol

La IA y la Sabiduría que viene de lo alto

Muchas personas necesitarían pasar unos días en un monasterio. Las tecnologías de este mundo no son ni garantes de felicidad ni obtención de equilibrio personal.

Francisco Rafael de Pascual, ocso
Monje cisterciense.
Abadía de Viaceli, Cóbreces (Cantabria).

Escribo desde un mínimo monasterio de vida contemplativa femenina (poquitas hermanas y mayores… sin que por eso se haya perdido, aquí, el gusto por la celebración litúrgica bellamente ejecutada… de acuerdo a sus posibilidades).

Esta mañana, lunes del VII del tiempo del año, en la eucaristía se han leído dos textos: Santiago 3,3-18 y Marcos 9, 14-29. El primero hace referencia a la “sabiduría que viene de lo alto”, y el segundo al relato de la curación del muchacho enfermo que los apóstoles no pudieron curar. Estamos en año par, y en este mismo día, el año impar tienecomo primera lectura el comienzo del libro del Eclesiástico, o Sirácida, que habla de la sabiduría de Dios y como se derrama sobre el mundo.

He impartido la homilía correspondiente (una Eucaristía sin homilía es como una sopa sin sal… aunque estas dos cosas últimamente se lleven mucho). Después de la Eucaristía, pasado un rato, he abierto el ordenador y he consultado los diarios digitales: ABC, El Mundo, El País… The Washington Post… más o menos como todos los días laborables… Un repasito breve antes de comenzar el trabajo “monástico”… traducción de textos, etc. Y he visto el nuevo anuncio de Orange+, con un señorín que asciende unas escaleras, hasta el cielo (un móvil), saluda gentilmente e invita a entrar en la puerta misteriosa y “milagrosa”: “Orange-Fusión”, la solución final y el contacto con la “sabiduría”.

Bueno, hasta aquí el “contexto”.

La IA y su sabiduría

Los textos del Sirácida y de Santiago son plenamente recomendables a los cristianos tentados por la IA (inteligencia artificial), no porque sea mala, sino porque puede producir también males. Para quien “cree” en la “Sabiduría” de lo alto, la IA no es sino una criatura de Dios… que también debe contribuir a su gloria. Pero la IA, y “Orange-Fusión”, no son sino la sabiduría de este mundo. Y hay un “demonio sordo y mudo, que echa espumarajos y sacude violentamente…”, que bien puede ser el teléfono móvil y sus múltiples apps. Demonio que también puede tentar a los contemplativos y “arrojarlos al fuego y al agua”.

Los apóstoles no pudieron echar este demonio porque, según Jesús, “no recurrieron a la oración”… es decir, se creían con poder y sabiduría para ejercer sus cualidades. Y Jesús le dice el padre del niño que “tenga fe”, no que crea que Jesús va a curar al niño así sin más, en un plis plas (como lo haría un dios romano o griego). Hay que tener fe, es decir, “confianza, buena actitud, confianza” (en que la “Palabra” se cumplirá).

El secreto

Los discípulos se sorprenden y preguntan a Jesús por el “secreto”. Jesús les responde que es la oración: la conciencia de saber que somos hechora de la sabiduría de Dios y que debemos reaccionar “sabiamente”, o sea, conforme al designio de Dios sobre nosotros y no según las tecnologías de este mundo (que son buenas, son un instrumento; pero no son ni garantes de felicidad ni obtención de equilibrio personal… Pueden ser “adicciones” cuando dejan de ser “instrumentos”).

El día “Pro orantibus” se hablará o escribirá mucho sobre la contemplación y la oración. Las charlas sobre estos dos temas suelen ser, a veces, y aunque vengan del papa, como los recetarios culinarios, que describen los ingredientes de un buen plato y te cuentan como se hace… ¡pero nunca te ponen delante el plato! Creo que los contemplativos “consumimos” muchos recetarios sobre la oración y la contemplación; pero disfrutamos poco de un plato caliente y confortable compartido con los demás.

En muchos reportajes sobre monasterios se dice y se muestra lo que los monjes o las monjas hacen (manualmente); pero apenas si se dice cómo lo hacen; no aparece la belleza del trabajo hecho en silencio, con atención, en fraternidad, con esmero. Eso solo se obtiene cuando se gusta “la Sabiduría que viene de lo alto”, no cuando se confía solo en la tecnología.

Terapia para los jóvenes

Muchas personas, especialmente los jóvenes, no necesitan (aunque es relativamente útil) que les hablen los contemplativos de la oración o la contemplación. Necesitarían, más bien, pasar unos días en un monasterio viendo “cómo” se hacen las cosas. Sin más. Trabajando con las monjas o los monjes. Sería muy bueno (debidamente organizado, pero necesario de todo punto en la “pastoral vocacional”); pero la dichosa “clausura” ha desfigurado y empobrecido la vida contemplativa en la mayoría de los monasterios. Muchos jóvenes tendrían ocasión de practicar una terapia “sin móvil” en algún monasterio... Claro que ese “demonio sordo y mudo, y que echa espumarajos” a veces “se ha colado” también en la “clausura”… y saca de ella arrojando a los monjes al agua y al fuego.

En fin. Son solo unas consideraciones al albur de los textos de la liturgia de hoy (que puede ser la de cualquier día), pues en la liturgia la “Sabiduría” de Dios se manifiesta, se explaya, se ofrece, se da… sin tarifas de suscripción, sin limitación de datos, sin peligro de apps dañinas y perniciosas, sin propaganda estéril…

Lo dicho: los contemplativos deben saber dar testimonio de esta “Sabiduría” que están llamados a vivir. No se trata de “sobrevivir” con recetas de autoayuda, sino de “profetizar” mediante el convencimiento del valor de una vida que se entrega y se da totalmente.

.

Deja un comentario