¿Cómo una chica joven puede vivir y enfocar la maternidad en la vida consagrada?
Por Sor Ana Isabel de la Cruz
Hermana Clarisa
Convento de Santa Ana de Madridejos (Toledo)
Paz y Bien
Llevo tiempo meditando para dar una respuesta a una pregunta que muchos me hacen. La pregunta es sencilla, profunda, y a la vez preciosa: ¿Cómo una chica joven puede vivir y enfocar la maternidad en la vida consagrada?
Contemplar mi última obra realizada a la Virgen de Hakuna, del escultor Javier Viver, me ayuda. Realmente, esta imagen me conmueve y refleja lo que realmente vivimos como consagradas: la maternidad. El “Hágase” de la Virgen María, es nuestro “hágase” como consagradas.
Siendo mujeres y jóvenes, sentimos deseo maternal pero a la vez, el Señor nos invita a vivir la maternidad desde la profundidad espiritual. Es decir, yo no tengo un hijo, ni dos… Tengo lo que Dios me da: ¡el mundo entero!, todos vosotros. ¡Todos sois mis hijos!Esto me conmueve muchísimo porque es para mí una gran responsabilidad por la cual rezo y me entrego en mi día a día, por todos vosotros. Todos formáis parte de este “Hágase” que la Virgen me invita a vivir como Ella.
Aquí no hay respuesta, como Ella tampoco tuvo. Su respuesta fue “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38) . Y yo hago mía su respuesta: “Hágase en mí”.
La maternidad espiritual
Observo y contemplo desde la profundidad la vida consagrada, la vida que Dios me ha concedido y me ha regalado como contemplativa y, abrazo verdaderamente la maternidad como algo tan grande y tan profundo que va más allá de lo que yo pueda experimentar… No se trata ya de la maternidad biológica que físicamente da fruto. Es una maternidad espiritual cuya entrega da fruto, un fruto es más profundo.
Recuerdo con mucho gozo a una religiosa que, cuando profesé mis votos temporales, me dijo :
“Ana, desde ahora vas a vivir una maternidad más profunda… Quizás ahora no lo entiendas porque estás empezando el camino pero llegará el momento en el que comprenderás que tienes muchos hijos a los que cuidar con tu oración. A unos conocerás, a otros no conocerás, pero lo más maravilloso es que el día que llegues al cielo te gritaran: ¡Madre, madre! Y allí estarán los que has conocido y verás por primera vez a aquellos a los que no has podido conocer…”
¡Qué preciosidad!
Bendiciones y feliz día de la vida consagrada a todos.