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La pervivencia del canto gregoriano en la abadía de Solesmes

El canto gregoriano entró en una etapa de declive que perduró en el Renacimiento y aunque se intentó restituir posteriormente en el siglo XVII, no fue hasta el siglo XIX que se logró llevar a cabo en la abadía de Solesmes. Actualmente, la abadía oferta talleres y cursos de canto gregoriano. Este año, el curso en español se cursa del 21 al 26 de julio.

Alicia Castaño Sánchez
Musicóloga
Investigadora predoctoral de la Universidad de Salamanca
Voluntaria de Fundación DeClausura

El canto gregoriano debe su nombre a San Gregorio Magno (540 d.c.-604 d.c.), quién fue papa desde el año 590 hasta su muerte. Consolidó la Iglesia de Roma instituyendo un culto uniforme que absorbía las diferentes liturgias latinas existentes en el momento donde destacan; la liturgia galicana, procedente de la Galia, la liturgia hispánica o canto mozárabe de la península ibérica y la liturgia ambrosiana, propia de Milán y que condecora su nombre a San Ambrosio.

La leyenda de San Gregorio

La atribución a San Gregorio de la creación del canto gregoriano es una leyenda que nace en el siglo IX, probablemente a causa de la biografía escrita por Johannes Hymonides (Juan el diácono en Roma). Fue el papa Juan VIII quién le solicitó la Vita Gregorii Magni, aunque se conservan algunos escritos anteriores sobre la vida de San Gregorio como S. Gregorii Magni Vita (s.VIII) de Pablo Warnefrido. Ambos casos sirvieron para fraguar la leyenda de San Gregorio como compositor.

El espíritu santo dictando las melodías a San Gregorio.
Fuente: Antifonario de Hartker, ms 391. Biblioteca de San Galo (ca. 980-1011), f. 13

La creencia de este mito se aprecia en distintos testimonios de la época. Uno de los más antiguos es el Cantatorium de Monza (ss. VIII-IX) que añade el siguiente prólogo en el fol.2:


Gregorius praesul meritis et nomine dignus unde genus ducit su[m]mu[m] conscendit honorem qui renovans monum[en]ta patru[m]q[ue] priorum tu[m] composuit hunc libellu[m] musicae artis scolae cantorum.

(El prelado Gregorio, se elevó al honor supremo, del cual es digno por sus méritos como por su nacimiento, restauró la heredad de los Antiguos Padres, compuso para la Schola Cantorum esta colección del arte musical.)

Cantatorium de Monza

Si bien San Gregorio no creó como tal este canto, sí que creó un antifonario en el que lo organizó y reglamentó y fundó la Schola Cantorum en Roma, en cuyo seno se consolidaron las nuevas prácticas musicales del canto romano.

Más adelante, Carlomagno (748-814) trató de fusionar las diferentes tradiciones con gran atención en el canto galicano y el canto romano. A este resultado se le denominó canto carolingio y con el tiempo pasó a llamarse canto gregoriano.

En el caso de la Península Ibérica, el Rito Romano Unificado se consolidó en el año 1080 tras el Concilio de Burgos. Esta unificación terminó de manera general con la liturgia hispánica o canto mozárabe, pues solo se mantuvo en pequeños núcleos como Toledo o Sevilla. Cabe destacar que, durante este lento proceso de absorción cultural, se crearon centros denominados scriptoria dedicados a copiar códices para los coros monásticos e iglesias que debían adaptarse a esta nueva tradición. Estos códices supusieron un vehículo de transmisión importantísimo y hoy en día nos permiten atesorar este patrimonio musical.


Características del canto gregoriano


El canto gregoriano es monofónico, es decir, que se adecúa una única línea melódica al texto sin acompañamiento armónico, y modal, pues se organiza en ocho modos que se subdividen, a su vez, en auténtico y plagal.


Este canto se basa en una estructura melódica libre sobre la que en ocasiones se permitía una pequeña improvisación, pero siempre acentuando las palabras litúrgicas más importantes. Además, era habitual que se interpretara siguiendo el modelo de responsorio; un intérprete cantaba una frase y el coro respondía.


Finalmente, el canto gregoriano se transmitía de manera oral y las partituras servían como recordatorios, lo que explica que se hayan encontrado pequeñas variaciones en algunos casos.


El declive del canto gregoriano y la recuperación de Solesmes

Con la aparición de la polifonía a finales de la edad media, el canto gregoriano comenzó a decaer. Encontramos algunas manifestaciones como la Bula Docta Sanctorum Patrum (1325) del Papa Juan XXII que se muestran contrarias a las nuevas prácticas del Ars Nova para interpretar los Oficios Divinos. En este caso, el Papa argumentaba que las múltiples voces (polifonía) y la complejidad de las melodías que se estaban interpretando derivaban en un goce estético, pero no servían a Dios como sí lo hacía el canto llano y la monodía.


El canto gregoriano entró en una etapa de declive que perduró en el Renacimiento y aunque se intentó restituir posteriormente en el siglo XVII, no fue hasta el siglo XIX que se logró llevar a cabo en la abadía de Solesmes.

Dom Guéranger (1805-1875) promovió la restauración del canto gregoriano a través de los manuscritos y códices que se conservaban, así como la edición de libros litúrgicos. Esto se pudo realizar paulatinamente en el taller de paleografía musical de Solesmes que sigue vigente hoy en día.

Taller de paleografía de Solesmes.Fuente: Abadía de Solesmes.

Curso de canto gregoriano

Actualmente, la abadía oferta talleres y cursos de canto gregoriano. Este año, el curso en español se cursa del 21 al 26 de julio y el temario se divide en:
1. Historia del canto gregoriano,
2. El ritmo del canto gregoriano,
3. Liturgia, formas musicales,
4. Semiología y notación,
5. Modalidad,
6. Espiritualidad del canto gregoriano
7. La enseñanza del canto gregoriano a los niños.

La lista de profesores que imparten estas sesiones es amplísima y en el curso ofrecen distintas opciones de alojamiento.

¿Te apetecería aprender canto gregoriano en la Abadía de Solesmes?

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