Este convento fundado en 1295 por la Orden de Agustinas, estuvo en su origen emplazado en el lugar conocido como «Degolladero de los Cristianos». Posteriormente, y tras estar ubicado en la calle de Los Melgarejos, fue trasladado en 1369 a unas casas situadas junto a la parroquial de San Ildefonso. Las monjas de clausura elaboran uno de los dulces conventuales más antiguos de los que se tiene noticia, se conoce como Yemas de San Leandro.
La actual iglesia, construida a fines del siglo XVI, posee estructura de cajón, con los coros alto y bajo a los pies. La nave se cubre con bóveda de cañón con lunetos, formando cuatro tramos entre arcos fajones. El presbiterio, que queda diferenciado de la nave mediante un gran arco de triunfo decorado con pinturas, se cubre con una cúpula semiesférica sobre pechinas. El retablo mayor de la iglesia de estilo barroco, data de mediados del siglo XVIII y está atribuido a Pedro Duque Cornejo y Felipe Fernández del Castillo En el muro izquierdo se encuentra un retablo que fue contratado con Martínez Montañés en 1621, que realizó el relieve de San Juan Bautista, mientro que el resto de las imágenes del retablo, se atribuyen a su taller. En el lado derecho del presbiterio se localiza el vano de acceso a la sacristía llamada «de afuera» y dos retablos, en el primero destaca una figura de San Agustín esculpida por Francisco de Ribas en 1650. El siguiente retablo se terminó en 1632, fue contratado por Martínez Montañés, que elaboró el relieve de San Juan Evagelista, mientras que el resto de las figuras pertenecen a su taller.1’ A los pies de la iglesia se encuentra el muro de cerramiento que separa la nave del coro bajo; está articulado por medio de pilastras y de un gran vano de medio punto, cerrado con una artística reja, en su parte central. A ambos lados del citado vano se abren dos portezuelas adinteladas, que dan paso al coro bajo. Este espacio se cubre con tres tramos de bóvedas de cañón con lunetos. El coro alto, por su parte, posee una estructura similar y presenta una gran celosía de madera. En el interior del templo, además de los interesantes bienes muebles que posee, destaca un magnífico cancel, fechado en 1729.