Convento de San Sebastián de Borja
Género: Femenino
Orden de Santa Clara - O.S.C. (Clarisas)
Diócesis: Zaragoza
Fue fundado el 30 de abril de 1603, por cuatro monjas procedentes del convento de Santa Catalina de Zaragoza, estableciéndose en Borja y trayendo con ellas la imagen de la Virgen del Coro. En un principio se alojaron en unas casas. Posteriormente decidieron levantar un nuevo convento, junto al cementerio de la parroquia de San Miguel, el 8 de mayo de 1609. El convento fue remodelado a mediados del siglo XX, tras el derribo de un ala del mismo y la venta parcial de la huerta, donde hoy se levanta la llamada “Urbanización Santa Clara”. Posteriormente, fue restaurada la iglesia conventual.
Descripción historico artística:
La fundación del Monasterio de Santa Clara de Borja, recayó en su momento sobre toda la ciudad que se hizo cargo de buscar vivienda a las primeras monjas durante la construcción del edificio, así como de proveerlas y vestirlas, además de atenderlas en la salud y en la enfermedad por todo el tiempo de su vida. Fue en 1603, siendo Justicia de la ciudad Jaime de Aguilar, cuando se hizo la correspondiente capitulación que fue firmada por el Definitorio de la Provincia Franciscana, lo que propició que cuatro hermanas del Monasterio de Santa Catalina de Zaragoza se desplazaran a finales de abril hasta Borja para fundar el Monasterio de Santa Clara.
A pesar del esplendor que mantuvo esta comunidad conventual a lo largo de los siglos, la falta de vocaciones redujo a solo cuatro hermanas la presencia en el monasterio. Ante ello se decidió pedir ayuda al monasterio del Corpus Christi de Méjico, de donde llegaron en 1990 cinco hermanas clarisas. En estos momentos componen la comunidad once religiosas (tres aragonesas, dos navarras y seis mejicanas). Con su abadesa al frente, la madre Asunta, rezan y trabajan las hermas Celina, M Inés, Asunción, Carmen, Resurrección, M Reina, Celia, Gabriela, Rosa María, e Inés de Jesús. La mayor de ellas tiene 92 años y la más joven 36 años.
Desde las 7.30 de la mañana hasta las 20.30 horas, las hermanas franciscanas clarisas se dedican a la oración y adoración al Santísimo, además de celebrar una eucaristía abierta a todos los borjanos. Además dedican parte de su tiempo al estudio y formación permanente. La confección de almohadas, sus momentos de recreación, las actividades personales y el cultivo de flores completan su jornada habitual en la que también se ocupan de los quehaceres domésticos.
Las clarisas borjanas van rotando todos estos trabajos por semanas
"con la esperanza siempre puesta en el Señor y en todo lo que significa su voluntad", afirman. La oración es el pilar fundamental de su existencia:
"sin ella nuestra vida sería absurda, es nuestro compromiso y nuestra razón de ser", añaden, y se muestran satisfechas de
"poder ser los labios y la voz de los que no rezan, o no pueden rezar".
Desde su vida monástica aprovechan para
"invitar a las jóvenes a que si sienten en su corazón una llamada del Señor a seguirlo, no la rehusen. Sed generosas para que que continuéis la presencia de Santa Clara en este monasterio de Borja".
El Monasterio de Santa Clara ha sido acogido, a lo largo de estos 400 años, con mucho cariño por parte de los borjanos porque forma parte de su historia. Su convento fue edificado por la propia ciudad junto a la iglesia de San Miguel que usaron las clarisas durante 38 años para el culto, hasta que en 1687 Borja cedió a favor del convento sus derechos sobre la ermita de San Sebastián, donde comenzó la fábrica de la actual iglesia.
Las vocaciones comenzaron a florecer con tal abundancia que en 1750 llegaron a ser 50 religiosas y fue necesario hacer más celdas y dependencias. En 1977, ante la ruina del edificio, fue necesario vender parte de la huerta y derribar parte del mismo, restaurando las actuales instalaciones.
La comunidad de clarisas de Borja, rejuvenecida por la presencia de las hermanas mejicanas, vive con ilusión la Regla de Santa Clara y espera que llegue el día en que el Señor las bendiga con nuevas vocaciones, algo que siempre está presente en sus oraciones.
La comunidad actual está compuesta por 11 religiosas.