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Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento

Las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento son un Instituto Religioso contemplativo de Derecho Pontificio, fundado por la Beata María Magdalena de la Encarnación en 1807 en Roma (Italia).

HISTORIA

Catalina Sordini, Madre Fundadora, nació el 16 de Abril del año 1770 en Puerto San Esteban en la Toscana, provincia de Grosseto (Italia), y fue bautizada al día siguiente.

Catalina era la cuarta de nueve hijos de una familia rica y profundamente cristiana.

A los dieciséis años, su padre la prometió en matrimonio a un joven propietario de un barco. Pero ocurrió que este joven, antes de la boda, tuvo que realizar un largo viaje de varios meses. Durante esta ausencia, y a consecuencia de un ingenuo acto de vanidad, Catalina tuvo la visión de Jesús Crucificado y sufriente que la llamó a convertirse y abrazar la vida religiosa.

El año 1788 ingresó en el monasterio de las Terciarias Franciscanas de Ischia di Castro. El 26 de octubre de 1788 recibió el hábito religioso y tomó el nombre de sor María Magdalena de la Encarnación.

Durante el año de Noviciado, el jueves 19 de febrero de 1789, recibió de Dios la inspiración de dar vida, a su debido tiempo, a una Orden monástica dedicada a la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento.

En esa época encontró como director espiritual y guía al sacerdote Don Juan Antonio Baldeschi, que le apoyó en todo y luego fue un valioso colaborador de la nueva Fundación.

En 1802, a los treinta y dos años, la Madre María Magdalena fue elegida abadesa del monasterio de Ischia di Castro.

La Madre, debido a su unión con Dios y a su sabiduría espiritual, era considerada una “monja santa” y eran muchos los que se acercaban al monasterio para pedirle consejos y oraciones, dejando cuantiosas limosnas para obras de caridad.

En 1807, contando con la ayuda financiera del Marqués Negrete, y con el permiso del Papa Pío VII, la Madre María Magdalena marchó a Roma con dos Hermanas Franciscanas y un pequeño grupo de jóvenes, para emprender la nueva Fundación. También les acompañó el Padre Baldeschi.

Pero el 2 de febrero de 1808 los franceses ocuparon Roma, y el 10 de junio de 1809 la ciudad fue declarada “legalmente” ciudad francesa. El 6 de julio de ese mismo año, el Papa Pío VII fue deportado y los religiosos que no eran de origen romano fueron exiliados.

El 7 de mayo de 1811 la policía se presentó en el monasterio de San Joaquín y Santa Ana. El Padre Baldeschi fue arrestado y la Madre María Magdalena fue exiliada, primero a Porto Santo Stefano y más tarde a Florencia.

Pero María Magdalena perseveró en la oración pidiendo a Dios poder regresar a Roma. Por fin, en febrero de 1814 se promulgó un decreto que permitía a los religiosos volver a Roma. La Madre se puso en camino y el 19 de marzo volvió de nuevo a la Ciudad Eterna acompañada de diez jóvenes florentinas con las cuales daría inicio a la Fundación. El 13 de julio de 1814, en el monasterio de San Joaquín y Santa Ana y contando con el apoyo del Santo Padre se restableció la exposición del Santísimo Sacramento.

Finalmente el 10 de mayo de 1818 la Santa Sede aprobó la nueva Orden de la Adoración Perpetua, las Reglas y las Constituciones.

Por fin, el proyecto divino que la Madre María Magdalena llevaba adelante encontraba su feliz realización, después de innumerables pruebas y sacrificios.

La Fundación ya estaba consolida, pero la salud de la Madre era precaria y el 29 de noviembre de 1824 “al caer las hojas”, como ella predijo, entregó su alma a Dios para proseguir en el cielo la adoración que había comenzado aquí en la tierra.

CARISMA

El Instituto tiene por carisma reparar las ofensas, ingratitudes y sacrilegios que recibe Jesús en el Santísimo Sacramento, así como interceder, con la ininterrumpida adoración y alabanza, por la Iglesia y toda la humanidad.

La vida monástica de las Adoratrices integra ocho elementos: silencio, soledad, oración, penitencia, liturgia, lectio divina, ascesis y trabajo.

Su primer y fundamental apostolado, su modo típico y característico de ser Iglesia, de vivir en la Iglesia, de realizar la comunión con la Iglesia y de cumplir una misión en la Iglesia, es orar por las necesidades de la Iglesia Universal y del mundo, especialmente por la santidad de los sacerdotes.

Están presentes en Italia, España (3 monasterios: Barcelona, Berga, Vic), Austria, Kenia, Chile, México y Estados Unidos. Son cerca de mil monjas, repartidas en 70 monasterios.