EnglishFrançaisDeutschItalianoPolskiPortuguêsEspañol

Cistercientes (Bernardas) · Congregación de San Bernardo

HISTORIA

Desde el año 1098, cuando los Santos Abades Roberto, Alberico y Esteban construyeron el Nuevo Monasterio dando una forma peculiar a la tradición benedictina, y cuando hacia el 1125, el mismo San Esteban instituyó el monasterio de monjas llamado “Tart”, hasta el día de hoy, se ha ido enriqueciendo una valiosa tradición y herencia espiritual.

De las veintitrés comunidades que forman esta Congregación, veintidós se encuentran en España y una, aún en calidad de Fundación, en Lurín, (Perú).

Nueve tienen su origen en el S. XII:

– San Miguel de las Dueñas (1152)

– Santa Ana- Valladolid (1160)

– Gradefes (1168)

– Cañas (1170)

– Toledo (1175)

– San Bernardo de Burgos (1180)

– Las Huelgas (1187)

– Benavente y Ferreira (1190).

Cuatro en el S. XIII:

– Moralzarzal (1218)

– San Felices (1219)

– Villamayor (1228)

– Sevilla (1248)

Tres en el S. XVI:

– Encarnación (1509)

– Salamanca (1542)

– Villarrobledo (1595).

Cuatro en el S. XVII:

– Talavera (1610)

– Císter-Córdoba (1621)

– Teror (1634)

– Granada (1682).

Uno en el S. XIX: Liérganes (1894).

Y dos en el S. XX: Breña Alta (1946) y Lurín (Perú), (1992).

En 1898 un grupo de monasterios cistercienses femeninos españoles, que a lo largo de su historia se mantuvieron fieles al ideal monástico puramente contemplativo del Císter primitivo, se unieron a la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia y asumieron sus Constituciones. El rescripto del 8 de agosto de 1898 les concede esta unión pero sin sustraerlas de la jurisdicción de los obispos.

El 21 de Noviembre de 1950 sale a la luz la Constitución Apostólica “Sponsa Christi”, de Pio XII, invitando a las religiosas-monjas a unirse en Federaciones, para poder ayudarse en la formación, en el intercambio de personal y en la cuestión económica, fundamentalmente.

El 12 de diciembre de 1954 tuvo lugar el acto de Erección de la Federación de monjas Cistercienses de la Regular Observancia de San Bernardo en España. El 30 de Noviembre de 1955 se celebró la 1ª Asamblea en Las Huelgas en la que estaba presente el Abad General Dom. Gabriel Sortais y todos los abades españoles. Allí se eligió como 1ª Presidenta Federal a M. Rosario Díaz de la Guerra, a quien el Abad General confirmó e instaló en su cargo.

El primer Capítulo General tuvo lugar el 8 de diciembre de 1955. Se leyó el Decreto de la Santa Sede, aprobando los Estatutos.

La Federación en su IX Capítulo General de 1985 elige como Presidenta a M. Mª Jesús Fernández Estalayo. Esta vez está presente el Abad General Dom. Ambrosio Southey.

El Decreto del 8 de Diciembre de 1994 la CIVCSVA constituye a la Federación de Monjas Cistercienses de la Regular Observancia de San Bernardo en España como Congregación Monástica, aprobando y confirmando las Constituciones de la misma. El 27 de Agosto de 1995 Dom. Bernardo Olivera, Abad General, preside la Elección de la 1ª Abadesa Presidenta de la Congregación: M. Mª Jesús Fernández. Como Testigos estuvieron: Dom Benito Ramos y D. Armand Veilleux.

En esta misma fecha se aprueba el Estatuto de asociación con la O.C.S.O. Tiene como finalidad conservar mejor el patrimonio cisterciense, expresar la comunión en la misma espiritualidad, y fomentar la vida monástica cisterciense.

ESPIRITUALIDAD

El Camino Cisterciense está integrado por las siguientes etapas:

Opus Dei

“Nada se anteponga al Oficio Divino”.

En unión con la Iglesia, las cistercienses celebran la Liturgia de las Horas, ejerciendo la función sacerdotal de Cristo, ofreciendo a Dios un sacrificio de Alabanza e intercediendo por la salvación de todo el mundo.

Oración

“En cada hombre existe un lugar donde Dios lo toca y donde él mismo está en incesante contacto con Dios”.
La oración es un don de Dios, no se da por el esfuerzo o la técnica. El Espíritu Santo, que ora en la hermana incesantemente, es quien purifica su corazón para que habite siempre el Recuerdo de Dios, de los que sufren, de los pobres…

Lectio Divina

Se dedica cada día un tiempo para la lectivo divina. A ejemplo de María, escuchan, acogen, rumian, esperan con confianza, la Palabra prometida y entregada. Es fuente de oración y escuela de contemplación, de diálogo con Dios de corazón a corazón.

Trabajo

Con el trabajo se aseguran un medio de vida, se hacen solidarias con los que subsisten de su trabajo y comparten con los pobres.

Separación del mundo

No es que huyan de la tierra, de los hombres y de su realidad; más bien, gracias a esta separación, libres de toda atadura, llegan a ser más cercanas a todo hombre y mujer, hermanas de todos en una profunda comunión.

Vida cenobítica

Llevan una vida en común, bajo una Abadesa y la Regla de San Benito.

La unidad de espíritu en la caridad de Dios, el vínculo de paz en la mutua y constante caridad de todas las hermanas, comunión en el compartir todos los bienes, lo pueden vivir, gracias al Espíritu Santo que habita en cada una.

El camino de la reconciliación, del perdón mutuo, la comprensión, hace parte de su vida diaria, guiadas por el Espíritu.

Obediencia

Es el camino de imitación a Cristo, quien hizo siempre lo que el Padre quería de Él. Ayuda a abrir el corazón en estado de oración, pues, la voluntad propia levanta un muro entre los hombres y su corazón profundo. La multiplicidad de deseos saca fuera de uno mismos y quien acepta el renunciar a esta multiplicidad de deseos superficiales, se va haciendo disponible para escuchar la Voz de Dios. Coincidir con esa voluntad, amorosamente sentida en cada corazón, es en sí la oración más perfecta: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya” (Lc 22,42).

Ascesis

La ascesis es la participación en el Misterio Pascual de Jesús. La fuerza pascual de Jesús abre camino a través del cuerpo para transfigurarlo poco a poco, mediante una mortificación corporal, a su imagen y semejanza.

Los ayunos, vigilias, trabajo, pobreza, son medios que ayudan para que se dé la experiencia de la necesidad de la gracia para ser transformados.

Silencio

Se ejercitan en el silencio para hacerse todo oídos ante la Palabra de Dios, para hacerse sensibles a la Palabra interior que el Espíritu Santo no deja de proferir en nuestro corazón. La palabra ha sido dada para dar gracias y bendecir a Dios, para dar testimonio de su PALABRA. En el silencio aprenden a pronunciar lo que hayamos madurado en nuestro corazón.

Celibato

El celibato permite libera el capital afectivo que poseemos, y hacerlo disponible para el Señor Jesús, Esposo, para su Iglesia, y en primer lugar, para las hermanas que forman parte de la comunidad. Esto no se adquiere en un día, es el fruto de una larga andadura, donde la oración juega un papel muy importante. El celibato crea un vacío que pide insistentemente ser colmado por un Amor más Profundo y más Universal.

Estabilidad

La permanencia estable en un lugar y en una Comunidad ayuda a profundizar, arraigar, en la experiencia de Dios. Permite, poco a poco, crecer en el arte de la caridad, instrumentos del arte espiritual, desde un sí radical, por medio de su gracia.

Apostolado

La vida monástica vivida en fidelidad, y por la secreta fecundidad apostólica que le es propia, es en sí misma una manera propia de participar en la misión de Cristo y de la Iglesia. Movidas por el celo apostólico, sirven al Pueblo de Dios, extendiendo el Reino de Dios y orando por la salvación de todos los hombres.