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Trinitarias Contemplativas

HISTORIA

La Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, conocida también como Orden Trinitaria o Trinitarios, es una familia religiosa fundada por el francés Juan de Mata (1154-1213), de origen provenzal, con Regla propia, aprobada por Inocencio III el 17 de diciembre de 1198 con la bula Operante divine dispositionis; a la que se unió la praxis de Félix de Valois (cofundador de la Orden).

Fue la primera institución oficial de la Iglesia dedicada a la liberación de presos mediante medios no violentos. Es también la primera Orden religiosa no monástica y una de las principales órdenes religiosas que se extendieron por España y Europa durante la Baja Edad Media.

Desde comienzos del siglo XII se encuentran en las casas de los trinitarios las llamadas “sorores” dedicadas al culto de la Santísima Trinidad y al cuidado de los enfermos del hospital anejo al convento.

El primer convento solo para contemplativas se funda en 1236 en Avingaña (Lérida) y a finales del siglo XVI, se fundarían los primeros conventos de monjas trinitarias contemplativas calzadas.

En el siglo XVI comienzan a surgir otros monasterio por el resto de la península. El primero será el de Villoruela, en Salamanca, que recientemente ha celebrado sus 500 años de existencia. También se funda el monasterio de Alcalá la Real, Badajoz, Martos, Andújar, Burgos, San Clemente, Villena, La Roda y Medina del Campo. Diez monasterios que sin duda afianzan e impulsan el proyecto monástico trinitario. Algunos de ellos nacen impulsados por los decretos del concilio de Trento que dirige la vida religiosa a la clausura. Es a partir de este siglo cuando se afianza la clausura impuesta por los Reyes Católicos a finales del siglo anterior en todos los monasterios femeninos, con la obligación, entre otras normas, de colocar rejas en las salas donde se reciben visitas para apartar a las monjas de la gente del exterior. El nuevo concilio, el concilio de Trento, estipula que cualquier mujer con deseos de consagrar su vida lo ha de hacer como monja de clausura. Así pues, algunas casas de religiosas trinitarias se transforman en monasterios de clausura. Un ejemplo de esto es el monasterio de Burgos, que antes de estos cambios había sido una comunidad de religiosas colaborando estrechamente en el hospital que la Orden tenía en este lugar.

La orden se expandirá con fuerza por la corona de Castilla, la provincia castellana de los frailes trinitarios, que en muchas ocasiones están detrás de estas nuevas fundaciones.

El siglo XVII es para nuestra Orden un tiempo de reformas, y tanto es así que aparecen hasta tres ramas diferentes de monjas trinitarias: calzadas, descalzas y recoletas.

Propiamente dicho, las monjas calzadas no aparecen pues es la rama que viene de lo antiguo y que no es reformada y que continúa con su forma de vida. Se fundan dos monasterios más de esta rama, uno en Valladolid, 1632, y otro en Mocampo (Portugal), 1661.

San Juan Bautista de la Concepción, reformador de los frailes trinitarios, funda una nueva rama de monjas, las monjas descalzas, a pesar de los impedimentos de sus propios hermanos trinitarios. Así se funda en Madrid el monasterio que hoy día está en la calle Lope de Vega, en 1612. En este monasterio profesa como monja trinitaria, entre otras, sor Marcela Lope de Vega, hija del archiconocido poeta y dramaturgo español del siglo de oro. De este monasterio saldrá una nueva fundación en Lima, Perú, en 1681. De esta forma la orden comienza a expanderse por América. Por último la Venerable Ángela María de la Concepción funda una tercera rama de monjas trinitarias, llamadas recoletas, en el monasterio de El Toboso, en la provincia de Toledo. Tras muchos avatares, sale del monasterio de Medina del Campo y consigue poner en marcha una nueva comunidad en 1680 con el ideal reformador de los tiempos que viven.

Las tres ramas se expanden, cada una por su lado, fundando en los sucesivos siglos diferentes monasterios. En el siglo XVIII el de Campólide (Portugal), 1721, de la rama calzada y otro de la rama descalza en Concepción (Chile), 1736.

El siglo XIX vio nacer cuatro conventos recoletos: Suesa (Cantabria) en 1860, Noia (La Coruña) en 1871, Laredo (Cantabria) en 1883 y Suances (Cantabria) en 1883.

Este siglo fue difícil con las leyes desamortizadoras para muchos conventos y monasterios; algunos fueron forzados a desaparecer como son el de Medina del Campo, La Roda, Valladolid, Mocampo y Campólide.

Sin embargo en estos siglos los monasterios que subsistieron continuaron su andadura cada una con diferente hábito, mostrando con el diferente diseño de la cruz trinitaria, su pertenencia a una u otra rama.

La orden continuó su expansión con el monasterio calzado de Cálig (Castellón) en 1850 y el recoleto de Quintanar de la Orden (Toledo) en 1957.

Con los aires del Concilio Vaticano II, se pide a las órdenes que busquen la unión. La Orden se toma muy en serio esta invitación y no sin grandes esfuerzos las monjas trinitarias se fusionan en una sola rama, dando pasos importantes como son el aceptar el mismo hábito en el año 1967 y las mismas constituciones en 1972.

En el año 1981 se crea la Federación de la Santísima Trinidad, y unos años más tarde, en 1988, se realiza una nueva fundación, esta vez en Madagascar, siendo éste el primer monasterio de la Orden en África.

Las monjas trinitarias fundan dos comunidades más en Perú: en el año 2007 se funda la comunidad de Marcará, en la diócesis de Huaraz, y en el 2011 la comunidad de Ayaviri, Puno.

El 30 de septiembre del 2014 las monjas fundan la primera comunidad contemplativa en Colombia, situada en Ibagué, Bogotá.

LO TRINITARIO

Con el ambicioso nombre de Casas de la Trinidad bautizó Juan de Mata, fundador de la Orden Trinitaria a finales del s. XII, los edificios habitados por pequeños grupos de mujeres y de hombres traspasados por el sueño de anunciar el evangelio de la libertad.

El propio nombre indica el proyecto: crear hogares en los que se respire comunión, relación, igualdad y solidaridad.

En esas Casas de la Trinidad se gesta la prolongación de ese intento de vivir al estilo de Dios Padre-Hijo-Espíritu. Por eso Juan de Mata cuenta su sueño a otros y gana para ellos la libertad. En aquella época el anuncio liberador consistía, entre otras cosas, en rescatar cautivos de las cárceles musulmanas, atenderlos en los hospitales,…

La vida desde un monasterio invita a:

– Crear una comunidad de amor como alternativa a la soledad

– Ser personas de oración y reflexión como alternativa a la falta de sentido.

– Ser hospitalarias entre ellas y con quienes las visitan como alternativa al prejuicio y a la división.

– Ser partícipes de un trabajo que humanice y dignifique como alternativa al trabajo alienante e impersonal.

– Ser signo de las Bienaventuranzas– no-violencia, gozo, justicia y paz- para la sanación de nuestro mundo que sufre.

Algo que es común para todas las monjas trinitarias es esa mirada orante hacia las personas que son perseguidas por causa de su compromiso cristiano y también el deseo de vivir en comunidad siendo iconos de Dios Trinidad.

Estos dos aspectos inspiran la vida consagrada trinitaria y permiten vivir en comunión acogiendo la diferencia que hay entre un monasterio y otro a la hora de vivir la vida.

El reto hoy en día está en ser y no aparentar.

ESTILO DE VIDA

El deseo imperioso es vivir ese mismo estilo de Casa de la Trinidad, con la misma ambición que Juan de Mata.

Las monjas trinitarias intentan vivir un estilo sencillo, austero, sabiendo que lo que tienen y lo que son está a disposición de los demás.

Pretenden ir creciendo en disponibilidad para Dios y para aquellas personas que la buscan.

Como trinitarias se esfuerzan en crear buenas relaciones dentro de cada casa, aceptando y agradeciendo las diferencias que las hacen crecer y las enseñan a descubrir nuevas facetas de Dios.

Sabiendo, por experiencia propia, que Dios es sanador de las heridas, ponen su casa al servicio de las diferentes esclavitudes de hoy en día, haciéndolas lugares de paz, de oración, de encuentro con la Vida, una verdadera casa de la Trinidad, donde cualquier persona se experimente como alguien único e imprescindible en el desarrollo del universo creado por Dios.

Éste es su servicio en la lucha contra la esclavitud.

ORACIÓN

La Trinitaria considera la oración comunitaria como lo más serio de su vida.

Muchas de las horas del día las dedican a orar al considera que es en la oración donde se juegan la autenticidad de su fe y la radicalidad de su vida.

ACOGIDA MONÁSTICA

Cada verano con la hospedería es un regalo, el regalo de la acogida monástica. Alguien dijo “Dios te ofrece novedad a cada paso”, y ¡qué verdad tan grande! Podríamos parafrasear: “Dios te ofrece novedad con cada huésped”, y más aún “Dios se te ofrece en cada huésped”.

Es conmovedor observar cómo va cambiando la persona que llega al monasterio a descansar. Cómo se van apaciguando sus tics y su palabra de hace más serena, más comunicativa.

El silencio es poderoso, tiene la capacidad de reordenar y reconducir la vida de cada cual.

Es cierto que mucha gente no comprende los salmos que se cantan en su contexto histórico y que pueden sonar agresivos o incluso violentos. Sin embargo el propio ritmo de la oración, el hecho de orar en comunidad, la palabra cantada son una autovía para que la interioridad de cada uno se manifieste y reverdezca.

También hay una oportunidad para la fraternidad, para la solidaridad, la colaboración. Benditos aquellos huéspedes que saben poner este tono en la hospedería. Las horas de las comidas realizadas en silencio son una bella oportunidad para ello.