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Mínimas de San Francisco de Paula

HISTORIA

San Francisco nació en Paula el 27 de marzo de 1416. A los 13 años realizó una peregrinación con sus padres a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, a los santuarios de Asís y Loreto, y, a la vuelta, a los romitorios de Monteluco en Montecasino.

A regresar a Paula, siguiendo la llamada de Dios, se retiró a vivir en una gruta a orillas del río Isca a pocos Km. de su ciudad natal.

Hacia los 20 años se le unen otros jóvenes que desean compartir su modo de vida. El los acogió y comparten un estilo de vida de oración y penitencia.

Al aumentar el número de seguidores se fundó la primitiva Congregación eremítica, aprobada por Mons. Pirro Caracciolo, arzobispo de Cosenza y confirmada por el papa Sixto IV en 1474.

Con las aprobaciones sucesivas de las Reglas su Instituto fue contado entre los órdenes Mendicantes con el nombre de Orden de los Mínimos. El número de los conventos se multiplicó en Italia.

San Francisco de Paula a la edad de 67 años parte para Francia por encargo del Papa y deseos del rey Luis XI, quien habiendo oído de la santidad de Francisco, espera ser curado por su oración.

De este modo se vale Dios para que la Orden de los Mínimos se extienda en Francia donde vivió Francisco 24 años.

También llega la Orden de los Mínimos a España, aunque Francisco no viniera personalmente. Y es en España, concretamente en Andújar (Jaén) donde se funda el primer convento de Mínimas, dando comienzo a la Segunda Rama de la Orden de los Mínimos.

A la edad de 91 años Francisco pasó a la patria celestial el 2 de abril de 1507. Por su fama de santidad, enseguida fue introducida la causa de beatificación y en 1519 fue canonizado por el Papa León X.

CARISMA

El carisma propio de las monjas Mínimas se caracteriza por los siguientes aspectos:

Ascesis cuaresmal para una constante conversión

con frutos dignos de penitencia en unión con Cristo crucificado,

como servicio eclesial.

– Humildad, por su identidad nominal, y silencio evangélico como medio «para que a todas se les dé mayor ocasión de la pura y asidua oración», como contemplativas dentro de la Iglesia;

Caridad a Dios y a todos los hombres expresada en la total consagración a Dios y vivida en la unión fraterna de la comunidad, como irradiación del lema Charitas.

Sencillez y alegría, como frutos del carisma.

PARA

SABER MÁS