Sor María de Gracia medita sobre la figura de María: Dios se vuelca en quien, despojado de sí mismo, pone sus ojos en Él, aunque no entienda nada.
Por Sor María de Gracia
Monja jerónima
Monasterio de Santa Marta de Córdoba
Pienso mucho en María como mujer, como madre. Me gusta caminar por su mundo interior. Me atrae profundizar en su vida disponible ante el Padre para recibir el Espíritu, engendrar al Hijo y darlo como salvación a la humanidad de todos los tiempos.
María es la mujer que rompió sus esquemas mentales en el mismo momento en que el Ángel le comunicó el mensaje de Dios. Y ella tenía razón…” ¿Cómo puede ser esto si no conozco varón”? (Lucas 1, 32). Porque humanamente era incomprensible lo que se le pedía. Pero no se tuvo en cuenta; desde su pobreza y sencillez se fió del Dios que todo lo puede.
El Señor Dios no trabaja con razones humanas. Sus razones son más altas, por eso se vuelca en quien, despojado de sí mismo, pone sus ojos en Él, aunque no entienda nada. Me encanta la actitud de María rota ante Dios, dispuesta toda ella para dar paso al Altísimo. En su apertura se realizó el prodigio de la Encarnación. De su entrega y vacío surgió, por obra del Espíritu, la Gran Novedad: Cristo. Y cambió la Historia.
María, la mujer más avanza de la Historia
De María no se ha dicho todo porque no se sabe todo, sólo quien se abre al misterio de Cristo, con el cual Ella se encuentra íntimamente relacionada, puede ir descubriendo su hermosura, su grandeza, su originalidad, su aroma, su juventud, y esa novedad inexpresable que llena y envuelve la vida de quien es alcanzado por el Misterio.
El Señor de la Historia rasgó ante Ella el tiempo para mostrarle su futuro glorioso. Es la Mujer más avanzada que ha existido: contempló a todas la generaciones felicitándola, a los poderosos derribados, a los pobres ensalzados, a todos salvados, las promesas cumplidas; y lo expresó con valentía, con libertad, con alegría, con gratitud, con humildad: ¡Magníficat! “Proclama mi alma la grandeza del Señor” (Lc 46) Y es que, cuando se ven las cosas desde Dios se alcanza a ver muy lejos, se descubren maravillas impresionantes y se vive en la paz y la esperanza. Esto no es fácil de entender cuando todo lo miramos con ojos humanos.
María ama y sirve
María no se instala, es la mujer peregrina que se pone en camino para dar la Buena Noticia, para servir, amar, comunicar su gozo y transmitirlo a los demás.
María crea fraternidad porque puso su vida al servicio de Dios para la salvación de la humanidad de todos los tiempos. Es fecundidad porque acogió a la Trinidad Santa para engendrar y dar a luz al nuevo Pueblo de Dios: La Iglesia.
Acogió la fuerza del Señor y llenó el universo de bondad y belleza nueva. Escuchó la Palabra, la guardó en su corazón, germinó en su silencio y desde entonces podemos experimentar el Reino de Dios dentro de nosotros. Cumplió siempre la voluntad del Padre, proclamó su grandeza y se adhirió a su designio de amor y salvación universal.
Con María podemos caminar alegres, confiados y seguros con los ojos y la vida puestos en el Camino, la Verdad y la Vida: JESÚS.
Seamos como María
En María vemos la grandeza del hombre que, aunque de naturaleza caduca le espera un destino glorioso. En ella se hace visible la fuerza vivificadora de Cristo. Su gloria es nuestra gloria.
Dios necesita gente que se rompa ante Él, que se deje invadir por Él para derramar su ternura, su paz, su amor en la humanidad, en el universo y en la historia.
Dios toma posesión de las personas que lo reciben y a través de ellas realiza grandes hazañas y conduce la historia hacia la plenitud.
María es la mujer de corazón nuevo que junto a Jesús cambió el ritmo del acontecer, por lo que doy gracias a Dios y le pido que nos ayude a seguir caminando junto a ellos con humildad y alegría
Confiando en la fuerza de Dios, de la que vivió María, y con los ojos puestos en ella, también nosotros podemos subir, desprendiéndonos del peso que nos impide volar hasta alcanzar el lugar que Dios nos tiene destinado en el Reino.