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Un día que lo cambia todo, un día que no cambia nada

El 28 de mayo de 2022 fue un día muy especial en mi vida, un día que lo cambia todo y un día que no cambia nada. Fue el día de mi Profesión Solemne.

Por Sor Sara Supińska
Canonesa Regular Lateranense de San Agustín
Canónica de Santa María Magdalena de Palma de Mallorca

Me llamo Sara Supińska, tengo 27 años, soy polaca y hace algo más de dos meses, el 28 de mayo, emití la Profesión Solemne en la Comunidad de Canonesas Regulares Lateranenses de San Agustín en la Canónica de Santa María Magdalena en Palma (Diócesis de Mallorca).

El día de mi Profesión Perpetua fue muy bonito. Estaba muy feliz, emocionada al ver y sentir el cariño de mis familiares que vinieron para compartir conmigo la alegría de la entrega al Señor, de los sacerdotes y de tantísimas personas amigas de la Comunidad. Junto con mis hermanas lo preparamos con mucha ilusión pensando y cuidando todos los detalles.

Con la bendición de mis padres

Sara Supińska y sus padres. Canonegas regulares lateranenses de Palma de Mallorca
Recibí la bendición de mis padres antes de la celebración en un sencillo pero emotivo acto en la Sala Capitular del Monasterio.

Siguiendo una bonita tradición polaca, en la que los padres bendicen a su hijo o hija al inicio de un nuevo camino en la vida, rodeada de la Comunidad, familiares y amigos más cercanos, recibí la bendición de mis padres antes de la celebración en un sencillo pero emotivo acto en la Sala Capitular del Monasterio.

Una celebración muy preparada y vivida con paz

La Eucaristía fue preciosa, el ritual de la Profesión Solemne y Consagración Virginal está colmado de símbolos muy elocuentes y significativos. Justo antes de la celebración el Espíritu llenó mi corazón de mucha paz lo que reafirmó en mí la elección de Jesucristo.

Sor Sara en el día de su profesión Solemne
Mantener encendida la lámpara de nuestra fe y amor a Jesucristo.

Repetir el fiat cada día

Lo que deseo compartir es que en toda la preparación que hice antes de la Profesión Solemne intenté centrarme no tanto en el día de la celebración, sino más bien en los días que venían después. Porque al fin y al cabo profesar los votos es un momento y lo que entra en juego, lo que de verdad importa es la vida, es repetir el fiat cada día, decirlo cuando se acaban la ilusión y la fiesta…

Hacer la Profesión Solemne es una decisión muy importante, es un compromiso muy radical, es una gran responsabilidad… Se trata de mantener encendida la lámpara de nuestra fe y amor a Jesucristo, no como la lamparita que llevaba en la celebración y que, nerviosa, en vez de ponerla al lado del Sagrario la apagué en cuanto pude… Pensé: «Señor, no hemos empezado y a mí ya me falta la luz». Fue un despiste gracioso pero que traía consigo una pequeña lección…

Una alianza de amor eterno

Los ritos que se van sucediendo en las distintas celebraciones que vivimos a medida que se va avanzando en el proceso de formación son cada vez más sobrios. En el noviciado tomé el hábito, en la Profesión Temporal me cambiaron el velo del blanco al negro, recibí el roquete, la Regla y las Constituciones de la Orden y se me encomendó la oración del Oficio Divino entregándome el Breviario. Ahora, en la Profesión Solemne recibí solo un pequeño detalle, el anillo.

Sor Sara recibe el anillo que sella su alianza con el Señor.
Aquella tarde en el altar se selló una alianza de amor eterno

Como he escrito al principio, es un día que lo cambia todo y no cambia nada… Lo más grande, lo más extraordinario, que es el amor de predilección de Dios, se selló aquella tarde en el altar como una alianza de amor eterno.

En mi día a día no ha habido grandes novedades, los votos que he profesado son iguales que antes, el amor y la entrega al Señor en la interioridad y silencio de la oración, en el trabajo y en la acogida fraterna son los mismos. El cambio más importante aconteció en lo profundo de mi interior y fue el “para siempre”, “por toda mi vida” .

Lo más grande, lo más extraordinario, que es el amor de predilección de Dios, se selló aquella tarde en el altar como una alianza de amor eterno.

Muy feliz

Todo esto lo intento vivir desde la confianza. Por mi propia experiencia sé que Dios no elige a los que son capaces, sino que capacita a los que ha elegido. Me entrego al Señor fiándome y sé que jamás quedaré defraudada. Dios me ha hecho muy feliz.

Sor Sara en el día de su Profesión Solemne

Quisiera decirles a todos que es posible ser feliz y entregar la propia vida a un único amor y para siempre.

“Que mi alma viva para alabarte”- son las palabras del Salmo 119 en las que el Espíritu Santo me hace fijar la mirada desde hace muchos años y que puse en el recordatorio de mi Profesión. Esta cita, convertida en oración y deseo, se la repito al Señor cada día, pidiendo que Su gracia siempre me acompañe.

“Que mi alma viva para alabarte” (Salmo 119)

Sor Sara con su Comunidad de Canonesas Regulares Lateraneses de Palma de Mallorca
Sor Sara con su Comunidad de Canonesas Regulares Lateraneses de Palma de Mallorca

 

 

 

 

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