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Una vida de comunión entre monasterios

[vc_row][vc_column][vc_column_text]monjas clarisas badajoz

En 1950, el papa Pío XII inicia el camino de las federaciones de los conventos de clausura a través del documento Sponsa Christi Ecclesiae. El papa Francisco ha ahondado en su necesidad con la publicación de la Constitución apostólica Vultum Dei quaerare en 2016 y la Cor Orans de 2018.

En el Real Monasterio de Santa Ana de Badajoz, de la Orden de Hermanas Pobres de santa Clara, vive la Presidenta de la Federación Bética Nuestra Señora de Loreto. Un convento en el que viven 25 hermanas, 6 de las cuales están en formación inicial.

¿Por qué es importante para la vida conventual el estar federada?

Porque a través de esta estructura eclesial se evita que los Monasterios estén aislados, centrados en su propia autoreferencialidad, y se fomenta la comunión de vida en todos los aspectos: fraternos, carismáticos, económicos, formativos…

¿Qué labor realiza la Federación?  

 La Federación tiene como finalidad favorecer una mayor comunión y colaboración fraterna entre los Monasterios federados. Para ello, la Federación:

  • Potencia la vida contemplativa en los Monasterios.
  • Promueve el espíritu primitivo de la Orden, urgiendo su continua renovación espiritual.
  • Garantiza la ayuda en la formación inicial y permanente.
  • Atiende las diversas necesidades de los monasterios y las de cada una de las hermanas.

Todo ello desde la conciencia viva de ser miembros de una misma familia carismática y de participar de  una misma misión eclesial.

Hoy en día ¿qué aporta la figura de Santa Clara? ¿resulta una figura atractiva?

Aporta una imagen de la mujer muy actual, teniendo en cuenta la época en que ella vivió. Transmite un saber estar a la escucha del Espíritu y mantenerse firme en la inspiración carismática que le fue concedida, respetando a la vez la autoridad eclesial, sabiendo dialogar, y dar razones claras e inteligentes cuando su forma de vida era cuestionada. Se percibe en ella gran madurez, tanto humana como espiritual, no se deja “gobernar” por otros, pero esto lo hace con gran respeto y humildad, en ningún momento da la espalda a la Iglesia, ni critica a quienes no la comprenden. Es una mujer con una fuerte personalidad, muy auténtica, fue hermana, madre y esposa, demostrando así, como dijo el papa Benedicto XVI, “que Dios no quita nada, absolutamente nada de lo que hace la vida bella y feliz”. Cuando se habla tanto de la mujer actualmente, ella demuestra cómo serlo con seriedad y dignidad, respondiendo –humana, cristiana y vocacionalmente- de modo adecuado a los signos de los tiempos en que vivió.

Un noviciado con 6 mujeres que aspiran a ser monjas de vida contemplativa es algo llamativo…

La vocación es Don de Dios, “nadie puede seguir a Jesucristo si el Padre no lo atrae”. Es Él quien llama a quien quiere, donde quiere, como quiere. Ciertamente el testimonio es importante, como se suele decir, “las jóvenes llaman a las jóvenes”; cuando se transmite verdadera alegría por el hallazgo de un tesoro incomparable como es el don del seguimiento, hay quienes encuentran a Quien estaban buscando; el amor incomparable e irresistible de Jesucristo y se rinden ante la evidencia de este amor primordial que se ha entregado todo entero a su corazón humano y anhela una entrega semejante. Ayuda también, trabajar la pastoral vocacional, indudablemente la oración, un buen acompañamiento y discernimiento, pero en definitiva es un misterio, una Gracia de Dios: es Él quien lo hace, no hay ningún mérito, ni ningún secreto especial.

¿Podría explicarnos en qué consiste esa etapa de formación?

Son cuatro etapas de formación inicial que se desarrollan entre 9 y 12 años, es un proceso humano y espiritual en el que se discierne la vocación y la idoneidad de las candidatas.  Se inicia con el Aspirantado, que es cuando la candidata se plantea la inquietud vocacional e inicia un contacto con la comunidad (quien determina el modo), realizando una experiencia que le vaya esclareciendo la posible llamada a éste género de vida, la duración mínima es de un año. Si se ve conveniente continuar, empezaría el Postulantado, tiempo de transición entre la vida seglar y paulatina incorporación a la forma de vida contemplativa como tal, al igual que la etapa anterior, dura mínimo un año. Después está el Noviciado, que inicia con la Toma de Hábito y supone un paso más serio y la progresiva preparación a la profesión temporal, su duración es de dos años; la última etapa es la Profesión Simple o Temporal, donde se emiten los votos por tres años, y se renueva dicha profesión durante dos años más, hasta un total de cinco. En esta etapa se profundiza más en el sentido de los votos y se participa de modo más activo en la vida comunitaria. Este proceso de formación inicial termina con la Profesión Solemne, donde la entrega es para siempre. Además de esta formación inicial existe la formación permanente, para todas.

¿Para una monja de clausura es importante la formación continua?

Sí, es lo que se llama formación permanente. Además de importante es imprescindible porque el don de la vocación es inagotable: nunca se acaba de conocer a Jesucristo, nunca se llega a vivir plenamente la forma de vida carismática. La configuración real con Jesucristo es un largo proceso de transformación hasta el final, ya que abarca el arco de la vida de toda persona consagrada; nuestro proyecto de vida exige fidelidad creativa y respuestas adecuadas en los diversos ciclos vitales y crisis existenciales que todo ser humano vive, para intentar ser fieles a la llamada a lo largo de la biografía personal y comunitaria. Para ello es necesario el contacto asiduo con la Palabra de Dios, la lectura orante y creyente de la vida real que es donde esa Palabra se debe encarnar cada día y a su luz, releer todos los acontecimientos. Además, de la evidente necesidad de actualización en diversos temas.

Mantener el convento de Santa Ana y todas las monjas que habitan en él debe ser una tarea difícil. ¿Cómo consiguen llegar a fin de mes?

En los tiempos que corren es difícil mantener en buen estado un edificio tan antiguo y una familia numerosa. La pensión de las hermanas mayores ayuda pero no alcanza a cubrir los gastos, de ahí que para nosotras el trabajo sea muy necesario, “una gracia el trabajar”, en palabras de la hermana y madre Clara de Asís. Buscamos nuevas formas de promocionar nuestros productos, nos dedicamos principalmente a la repostería artesanal, aunque también algunas hermanas pintan iconos, hacen pulseras y rosarios a mano y otra serie de productos. Aprovechamos ocasiones dentro y fuera para darlos a conocer y vender, por ejemplo los dulces los vendemos a través de una tienda on line (Badayork). Con la pandemia, como a muchos les está pasando, hemos visto agravada la situación económica y laboral.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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