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Venta de productos monásticos en el Museo del Prado

Este otoño el Prado dedica una gran exposición a la España Medieval titulada “El espejo perdido”. En este marco, TIENDA PRADO del Museo del Prado ha querido poner a la venta productos monásticos y destacar así el gran valor histórico y cultural del monacato durante la Edad Media en el península ibérica.

El espejo perdido. Judíos y conversos en la España Medieval” es la primera gran exposición, tanto por el número como por la representatividad de las obras seleccionadas, que recupera un espejo medieval: el retrato de los judíos y los conversos concebido por los cristianos en España entre 1285 y 1492. 

En este contexto, TIENDA PRADO del Museo del Prado ha querido comercializar productos monásticos, dulces y cosmética natural producidos artesanalmente en monasterios y conventos de clausura de nuestro país cuyas recetas centenarias conservan a día de hoy una valiosa herencia cultural.

Para ello, TIENDA PRADO ha solicitado a Fundación DeClausura su colaboración en la identificación de las comunidades monásticas que elaboran en la actualidad este tipo de productos para encargarles una producción exclusiva para su tienda. 

Cuatro han sido los productos y los monasterios seleccionados de momento para la venta en el Museo del Prado, que ha realizado un esfuerzo en la creación de nuevo packaging exclusivo para su pinacoteca. Todos ellos integran la colección “brocados”, inspirada en detalles de la pintura medieval del Museo del Prado. 

La torta imperial

El Museo del Prado pone a la venta la torta imperial de las Monjas Jerónimas de Constantina

Producido artesanalmente por las monjas Jerónimas del Monasterio de Constantina (Sevilla), este dulce característico del sur de la península ibérica se remonta a los tradicionales dulces árabes que se elaboraban en el siglo XVI, uniendo la almendra a la caña de azúcar o miel como una forma de conservación a largo plazo. En la actualidad, se sigue elaborando de forma artesanal en algunos conventos y monasterios de nuestra geografía.

Rosquillas de Santa Clara

El Museo del Prado pone a la venta las rosquillas de las Clarisas del Monasterio de Santa Isabel de Segovia.

Producidas artesanalmente en el Convento de Santa Isabel de Segovia, el saber gastronómico de las Clarisas se materializa en este dulce clásico presente en numerosos bodegones antiguos de la colección del Museo del Prado.


Chocolate artesano 

El Museo del Prado pone a la venta el chocolate artesano de Villarrubia de los Ojos

Las monjas Clarisas del Monasterio de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real) han recuperado las técnicas artesanales de elaboración del chocolate, que se remonta en España al siglo XVI, procedente de América. Todo el proceso se realiza en el interior del monasterio, sin intermediarios: desde el atemperado del chocolate hasta el producto final envasado. 

La especialidad con frutos secos (pasas, avellanas y pistachos) combina la herencia americana con los sabores y las texturas de la influencia islámica propia de la península Ibérica.

Sor Cristina, superiora de la comunidad, comenta que para ellas, “el tener el chocolate en el Museo Del Prado supone una gran ilusión y motivación. Es una oportunidad para difundir nuestros dulces artesanos y, de esta forma, nos permitirá conseguir más pedidos. El trabajo para nosotras es fuente de sustento y realización personal y comunitaria. Nuestra oración está incluida en cada dulce que elaboramos”.

Jabón artesanal de miel 

El Museo del Prado pone a la venta el jabón de las Benedictinas de Sahagún

Las monjas Benedictinas del Monasterio Santa Cruz de Sahagún (León) preparan jabones artesanales con glicerina vegetal. Al poder limpiador e hidratante de la glicerina se ha añadido las propiedades de la miel. 

El jabón de glicerina se empieza a elaborar a partir del siglo XIX, sustituyendo al tradicional con base de aceite de oliva y ceniza que se producía en España hasta ese momento.

Para Sor María, superiora de la comunidad de Sahagún, «es un honor que un museo tan importante considere vender nuestros jabones. Con este proyecto del Museo del Prado, en el que no ha faltado la mediación de Fundación DeClausura, vemos cómo hay entidades que siguen apostando por la vida monástica».

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