Acércate a un monasterio y descubre cuánto te ama Dios.
En agosto puedes ir más despacio y apreciar la vida, el silencio y el paso del tiempo. Estás invitado a parar, a contemplar, a sosegar el corazón y tenerlo dispuesto para el encuentro con los demás y con Dios. En un monasterio, el encuentro con Dios es más factible gracias al silencio y al trato con quienes lo habitan.
La visita a un monasterio o convento te permitirá conocer a esa monja o monje que te tocará el corazón. Puede ser en el monasterio por el que siempre pasas y no te detienes por falta de tiempo; o en el del pueblo o lugar de vacaciones; o en aquel que conociste en algún encuentro en torno al claustro organizado por esta Fundación; o simplemente, en el que encontraste en nuestro buscador o agenda y que ahora organiza un retiro o una convivencia vocacional.
Te animo a planificar tu visita a ese monasterio. Puede ser durante un paseo en el que decides ir a comprar dulces al torno o una estancia de varios días en una hospedería monástica. Estoy segura de que la experiencia te tocará el alma.
Acogido
Preséntate en el convento, ermita, abadía o monasterio donde quieres estar. Toca la campana. Anuncia tu llegada, tu intención de establecer contacto con quienes habitan en clausura.
Quien responde a tu llamada es una monja o un monje que cada día busca, a través de la oración, el encuentro con Dios. Al verle comprendes que, de alguna manera, su mirada irradia ese Amor que saborea en su conversación con Él.
Al atenderte a través del torno, del locutorio o al abrir la puerta de la iglesia u hospedería, sentirás la paz de quien te acoge. Su mera presencia te abrirá a la trascendencia, será un puente entre Dios y tú.
Estoy segura que durante el intercambio de las primeras palabras esa persona contemplativa te regalará una sonrisa (también a través del torno) y notarás un cariño sincero aún sin conocerte. Es un fruto inmediato de su «contemplar y dar lo contemplado«. Sé consciente de ello y agradece al Señor este valioso regalo.
La conversación te acercará también a Dios. Ábrele tu corazón, sincérate. No tengas miedo: quien te atiende ya ha pedido al Espíritu Santo que sea Él quien te hable para acompañarte de la mejor manera posible. Recibirá un don, el de la escucha. Y tú te sentirás amado por esa monja o monje, quizá sin saber todavía su nombre, pero que te mira como pocas personas en el mundo saben hacerlo.
Únete al rezo
Si suena una campana en este primer encuentro, no te alarmes. Seguramente están llamando al rezo, a la oración de la Liturgia de las Horas. Es la oración oficial de la Iglesia y está abierta a todos los que deseen unirse en comunión con Dios y con sus hermanos. Nos permite santificar el tiempo y las horas del día; unirnos a los fieles de todo el mundo que rezan a esa hora las mismas oraciones; crecer en la fe y el conocimiento de la Palabra de Dios; y recibir múltiples gracias.
Si es posible, la monja o el monje te invitará a reunirte en la iglesia o en la capilla para rezar con la comunidad monástica los salmos, lecturas y oraciones marcadas por la Iglesia para esa hora del día. Y si no sabes cómo hacerlo, no te preocupes, te ayudarán.
Rezar en comunidad la Liturgia de las Horas es otro inmenso regalo del que es bueno ser consciente y agradecido. Establecerás un vínculo espiritual para siempre con la comunidad que te acoge y reza contigo, y que te comparte su mayor tesoro: el trato con Dios a través de la oración comunitaria y el silencio.
Disfrutarás de la quietud y volverás a dar gracias por ese silencio que te ha permitido alejarte del mundanal ruido.
Productos monásticos
Me gustaría por último, animarte a aprovechar la visita para ayudar a las monjas o monjes con la compra de alguno de sus productos que tienen a la venta bien a través del torno o de la tienda: dulces, mermeladas, quesos, miel, licores o jabones elaborados en los obradores monásticos donde se reza y se trabaja mucho.
Recuerda que con tu compra contribuirás al sostenimiento de la comunidad monástica que te ha acogido y que quiere vivir de su trabajo. A tu regreso, recordarás la visita al regalar o probar en casa productos artesanos únicos, elaborados con recetas centenarias, mimo y oración, la oración que sostiene al mundo.
Agradezco vuestra invitación.
Soy nacido en la ciudad de Paysandú-Uruguay y poseo la nacionalidad Española, por se hijo de Español.
Tengo 83 años y me muevo en silla de ruedas, acompañado por personas que me ayudan.
En unos Ejercicios creados por el P. Ignacio de Loyola, descubrí el valor de los Contemplativos.
Pido a ustedes oraciones para que siempre sea fiel a la voz del Espíritu Santo
Agradezco vuestra invitación.
Soy nacido en la ciudad de Paysandú-Uruguay y poseo la nacionalidad Española, por se hijo de Español.
Tengo 83 años y me muevo en silla de ruedas, acompañado por personas que me ayudan.
En unos Ejercicios creados por el P. Ignacio de Loyola, descubrí el valor de los Contemplativos.
Pido a ustedes oraciones para que siempre sea fiel a la voz del Espíritu Santo