La jornada monástica se rige por una serie de hitos, “horas canónicas”, que son comunes a todos los monasterios si bien las horas en las que se realizan pueden variar.
El horario monástico
Los monjes y las monjas, en sus actividades, en su tenor de vida y en el ambiente de sus monasterios, procuran seguir las Reglas por los que se rigen, que al igual que ordena su jornada modela sus vidas y su espíritu hacia una vida frugal y pobre, de soledad y comunión, haciéndola también partícipe de las realidades humanas más humildes y dolorosas.
El “horario”, o distribución de la jornada monástico, es educativo y funcional, ordenado todo él a facilitar a los monjes y monjas una vida “práctica” encaminada a la oración continua, a la contemplación y al ejercicio continuo de la caridad con los que moran en la casa y los huéspedes.
Las horas canónicas son una división del tiempo empleada durante la Edad Media en la mayoría de las regiones cristianas de Europa, y que seguía el ritmo de los rezos religiosos de los monasterios. Cada una de las horas indica una parte del Oficio divino (hoy denominado liturgia de las horas), es decir, el conjunto de oraciones pertinente a esa parte del día.
Origen
San Benito denominó a estas horas de rezo “horas canónicas”, y así se haría desde el siglo VI; su nombre proviene de las órdenes y normas o cánones de la Iglesia del medievo. Durante esa época se organizó el sistema de horas centralizando su uso principalmente en los monasterios benedictinos.
La división del día en siete partes tiene su origen en el Libro de los Salmos de la Biblia, en el que se lee: “Siete veces al día te alabaré”, y también se lee “a medianoche me levantaba para darte gracias”. De ahí se puede ver que existe una agrupación de las siete horas canónicas de los Oficios diurnos y asimismo los Oficios nocturnos, que a su vez se reparten en tres guardias o vigílias, denominadas Maitines. Cada semana los monjes debían rezar el salterio íntegro (es decir, los 150 salmos). En su regla, San Benito recomienda a sus monjes que durante los viajes no dejen pasar el rezo de las horas de oración.
Las horas canónicas eran las siguientes:
- Maitines: antes del amanecer.
- Laudes: al amanecer.
- Prima: primera hora después del amanecer, sobre las 6:00 de la mañana.
- Tercia: tercera hora después de amanecer, sobre las 9:00.
- Sexta: mediodía, a las 12:00 después del Ángelus en tiempo ordinario o el Regina Coeli en Pascua.
- Nona: sobre las 15:00, Hora de la Misericordia.
- Vísperas: tras la puesta del sol, habitualmente sobre las 18:00.
- Completas: antes del descanso nocturno, las 21:00.
La jornada monástica
VIGILIAS (o Maitines)
La Comunidad se levanta antes de la aurora para velar en oración.
El oficio litúrgico de la Vísperas expresa la actitud de vigilancia y espera, y la intención de dedicar el tiempo tranquilo y exento de actividad laboral a la oración y la contemplación de la Palabra de Dios. Por eso el día comienza con este oficio litúrgico de “Vigilias”, al que sigue un gran intervalo de oración y lectura meditativa de la Escritura u otros textos espirituales.
LAUDES
Este oficio se celebra en el momento del amanecer y recuerda la Resurrección del Señor, “Sol de Justicia que viene de lo alto”. Con esta alabanza matutina se invita con toda la creación a alabar a Dios y a santificar todo el día.
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
Constituye la cumbre de la jornada monástica, en la que se celebra el “memorial” de la En algunos monasterios la Misa Conventual diaria es concelebrada y cantada íntegramente en gregoriano.
La Eucaristía finaliza con el canto de Tercia a modo de acción de gracias a Dios y ofrecimiento de los trabajos de la jornada.
TRABAJOS CONVENTUALES
Después del desayuno comienza el tiempo de trabajo, intelectual y “de manos”.
Mediante el trabajo los monjes y monjas hallan el medio de mantener un saludable equilibrio de espíritu y de cuerpo, y de desarrollar las distintas facultades que Dios le ha dado. Con el trabajo se asocian a la obra de la creación y ayuda en las necesidades del monasterio y del prójimo, en la medida de sus posibilidades.
Durante la mañana unos monjes se aplican a la tarea formativa, mediante el estudio y la lectura, bien para sí o para otros. Hay quienes se entregan al trabajo que requiere la administración de la casa y sus recursos económicos. Las pequeñas actividades “no productivas”, pero necesarias, ocupan a los monjes y monjas sin que éstos pierdan el espíritu de silencio y contemplación.
TERCIA
La hora de tercia a media mañana recuerda al alma la cooperación del cuerpo en la tarea creadora de Dios.
SEXTA
Antes de la comida, siempre en común y signo de fraternidad, el oficio de sexta reúne de nuevo a la comunidad.
COMIDA
Se come en completo silencio, escuchando a la hermana lectora, que lee diversos libros de temas religiosos.
Tras la comida, y sus concomitancias domésticas, humildes y sencillas, se ofrece a todos un descanso reparador.
NONA
La hora de nona abre la tarde del monje con un empuje nuevo frente al trabajo, o la continuación del estudio y la lectura formativas.
VÍSPERAS
En la hora de Vísperas, de nuevo toda la comunidad se reúne para la gran oración de la tarde, en alabanza junto con todos los hombres de buena voluntad que luchan y trabajan por la paz, la justicia y el perdón en el mundo.
CENA
Transcurre como la comida del mediodía, en silencio y escuchando una lectura.
RECREACIÓN Y TRABAJO
Tras la cena se tiene un tiempo de esparcimiento todos juntos en familia.
COMPLETAS
La jornada toca a su fin con el oficio de Completas, en EL que se pide para todos, y para el mundo, la paz y el perdón de Dios, la reconciliación y el deseo de comenzar al día siguiente una vida nueva.
Con el gran silencio nocturno los monjes y monjas inician el reposo necesario que les permitirá a la mañana siguiente reemprender de nuevo con alegría la alabanza de Dios.
Y así, hasta el día de la venida del Señor Jesús, los monjes y las monjas perseveran en la paciencia y la humildad, gimiendo con toda la creación, para que en todos y en todo se manifieste la gloria del Señor.