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Mercedarias Contemplativas

HISTORIA

En 1265 nace la rama femenina Mercedaria con Sta. María de Cervellón y varias compañeras más que, tras duro forcejeo por pertenecer a esta Familia de Sta. María de la Merced y ser rechazadas por los frailes, por considerar ellos que la redención de cautivos no era obra para mujeres, al fin fueron admitidas con esta cláusula que señala Tirso de Molina en su Historia general de la Orden: “lo que por su sexo y condición no pudieren realizar en la redención de cautivos, ocupadas ellas en lo contemplativo, lo suplieran con la oración, penitencia y ejercicios religiosos”.

Y comienza la andadura mercedaria femenina entre oración y atención a los cautivos libertos, toda una obra de misericordia liberadora, espiritual y humana, que a través de los tiempos ha ido adaptándose a las distintas situaciones eclesiásticas y sociales.

Se pierde un poco la historia de la continuidad histórica de las mercedarias en el s. XIV y vuelve a aparecer en forma de “beaterios” o casas religiosas donde vivían piadosas mujeres en forma comunitaria según el espíritu de la Orden, sostenidas espiritualmente por los Padres Mercedarios.

En el siglo XV aparecen numerosos beaterios en Vizcaya, al calor de los Mercedarios de Burceña (Baracaldo). Algunos fueron desapareciendo y otros fueron fusionándose para una mayor vitalidad en el espíritu. En estos beaterios se vivía vida contemplativa con una relativa clausura, ya que salían a la parroquia para los cultos sagrados.

Fruto de estas fusiones nació el Monasterio de S. José de Bilbao, a la orilla de la ría Nervión, que el 19 de marzo de 1621, asumiendo las directrices del Concilio de Trento, añadió a sus Votos religiosos el de Clausura Papal perpetua. Este hecho revistió una gran solemnidad, pues tuvo lugar en la presencia de la Jerarquía diocesana y de la Orden, así como de las autoridades civiles locales.

Así vivieron estas mercedarias en vida contemplativa de clausura, sin ningún género de apostolado, hasta el año 1922, en que, por indicación del Padre General, el P. Inocencio López Santamaría, abrió un pequeño colegio, al igual que los demás monasterios mercedarios de España, como forma concreta del 4º Voto de la Orden, para liberar a la niñez y juventud de los errores derivados de la ignorancia.

En 1950, el Papa Pío XII, con la Constitución Apostólica “Sponsa Christi”, abre la posibilidad canónica de Clausura y Enseñanza, y en el año 1955 se acogen a esta modalidad formando la Federación de Monjas Mercedarias de España.

Las monjas estudian, sacan títulos académicos, los colegios aumentan rápidamente en alumnado, y llega otra puesta al día con el Concilio Vaticano II.

Al presentar en Roma las Constituciones renovadas y el género de vida, el cardenal D. Eduardo Pironio, Prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos, aconsejó que, dado el volumen de apostolado que se realizaba y que hacía muy difícil compaginar contemplación y apostolado, optaran libre y personalmente por un género u otro. Es por esto que, tras una opción personal determinada en oración y diálogos comunitarios, se determina formar en la comunidad de Bilbao (Lañomendi), dos grupos que, intentando ser fieles a Dios y al carisma de la Orden, dieron origen fraternalmente a las “Religiosas de la Orden de la Merced” (rama apostólica) y a las Monjas Mercedarias de Vida Contemplativa.

Nacidas del mismo regazo materno de Sta. María de la Merced y con el mismo fuego redentor de Nolasco, intentan actualizar su misión en la Iglesia, de redimir cautivos cuya Fe está en peligro, desde dos puntos complementarios.

Actualmente la Merced contemplativa en España (aparte las Mercedarias Descalzas), ha quedado reducida a 13 monjas en Lañomendi (Bilbao). Esta decisión fue aprobada por Roma y alentada por el Padre General de la Orden: P. Domenico Acquaro, que dijo que hubiera sido una pérdida irreparable para la Orden el haberse perdido la rama contemplativa.

CARISMA

Para vivir su carisma, la Mercedaria Contemplativa:

Profundiza su vivencia teologal en la Fe, Esperanza y Caridad.

Se alimenta y fortalece con los Sacramentos, especialmente con la Eucaristía y Penitencia.

– Avanza en el conocimiento y amor a Jesucristo con la lectura asidua de la Sagrada Escritura.

– Fomenta el amor e imitación de Sta. María Virgen, la Madre, procurando hacer del monasterio un centro de irradiación mariana, y contemplando los misterios de Jesús y de los hombres desde su mirada de Madre y su Corazón, que “guarda y medita todas sus palabras”.

Contempla la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús a través del Vía Crucis, del camino de la cruz de todos los hombres, especialmente de los que sufren o aquellos cuya fe está en peligro, y del propio camino de la cruz de cada día.

– Eleva continuamente a la presencia del Señor el gemido de los cautivos y esclavos de hoy, ofreciéndose al Padre en rescate redentor con la generosidad y espíritu del

UN DÍA EN EL MONASTERIO

El reparto del tiempo durante un día en el Monasterio es aproximadamente de la siguiente forma:

Oración: cinco horas y media.

Trabajo y estudio: seis horas y media de trabajo y estudio.

Descanso: ocho horas.

Comidas, recreaciones y tiempo libre: cuatro horas.

El reparto de estas actividades depende de las circunstancias del monasterio.

Los domingos y fiestas tienen más tiempo libre por la mañana y de convivencia comunitaria por la tarde.

Todas las hermanas pasan por la cocina, una cada semana; pero en las fiestas siempre se ofrecen ayudantes voluntarias.

En verano, que se reduce a mes y medio, se dedica más tiempo al trabajo y menos a la formación ya que como trabajan en repostería y es el tiempo en que el pueblo está lleno de veraneantes, hay que aprovechar para que durante todo el año tengan el “pan nuestro de cada día”.